Última llamada, manzaneros
Dr. Ramón Delgado Campos.
Si pudiéramos expresar en términos futbolísticos cuál es el futuro inmediato y a mediano plazo de la producción de manzana en Canatlán y Nuevo Ideal; diríamos que hay una “tarjeta de amonestación “o tarjeta amarilla que igual podría ser para los productores mismos; o bien para las autoridades de los tres niveles de gobierno, quienes se supone deberían tener bien estructurado un plan estratégico de desarrollo en todo el sector primario y particularmente en el Manzanero.
Por lo que en lo personal he observado, al menos en los últimos dos sexenios, las entidades de gobierno de los niveles correspondientes han hecho poco caso en la degradación que existe en las huertas que aún quedan en una superficie no mayor de 3000 hectáreas. Habrá que decir que el problema es multifactorial y no solo son las condiciones climáticas, sobre todo la sequía reiterada, o la falta de apoyos gubernamentales o de financiamiento barato y sin burocracia; sino la gran desesperanza que el productor tiene en esta hermosa actividad que sigue siendo un emblema de nuestra tierra. Por otro lado se nota una desorganización o desbandada de fruticultores quienes por su lado quieren o queremos resolver de manera individual la comercialización del fruto que en el mejor de los casos sigue siendo presa de los intermediarios o coyotes, foráneos o locales. Ya existe una gran cantidad de malas experiencias con “compradores” mala paga que siguen haciendo de las suyas en pleno siglo XXI.
Dicho lo anterior, infinidad de personas me han preguntado cuál es el remedio y el “trapito” para reactivar e incentivar la actividad; o si ya es el principio del fin de la tierra de las manzanas más sabrosas de Norteamérica! La respuesta inmediata es según mi particular punto de vista: renovarse o morir. A pesar que las condiciones de frío invernal no son las óptimas como lo era en los fabulosos años 50 y 60’ e incluso la década de 70 y parte de los 80, hoy en día se cuenta con amplia investigación en términos de nuevos árboles con portainjertos clonales o modificados genéticamente para que tengan un desempeño productivo a corto plazo y poder plantar densidades tan altas como 2850 árboles por hectárea. Además existen más de diez mil variedades de manzana en el mundo y que por ende, alguna de esas puede cambiar y acortar el ciclo de producción , pudiendo salir a cosecha hasta un mes antes que cualquier zona frutícola del país. El mejor ejemplo es el portainjertos Geneva y la variedad Gala, una pareja ideal para nuestra zona. Ya tenemos evaluaciones en varias huertas de la localidad y los resultados son muy alentadores; solamente hace falta un plan estratégico para que gobiernos municipal, estatal o ambos, participen con algún fideicomiso
O destinen una partida anual para coadyuvar con el productor que tenga tierra, agua segura y la intención de continuar produciendo manzanas.
Yo calculo que si anualmente se plantaran cien hectáreas, en diez años poblamos nuevamente a nuestra tierra de la acostumbrada calidad y cantidad de manzana. En suma, con mil hectáreas plantadas y tecnificadas debidamente con sistemas de riego, estructuras y mallas antigranizo y un buen paquete tecnológico, se podrían recuperar la hegemonía frutícola y en menos espacio, producir más y de mejor calidad.
Esto no es un sueño “guajiro “sólo hay que empezar a provocarlo; estoy seguro que hay muchos fruticultores que aún creen en la actividad y que tienen los tamaños para cambiar la historia de nuestra linda tierra manzanera.