Solo ruinas quedan de lo que fue la casa grande de la hacienda Cacaria.

Solo ruinas quedan de lo que fue la casa grande de la hacienda Cacaria.
Canatlán, Dgo.- Solo ruinas quedan del casco de la hacienda de Santa Ana de Cacaria, ubicada junto al poblado Nicolás Bravo, en el municipio de Canatlán.
Torre de la capilla
Al realizar un recorrido la tarde de jueves dos de enero de 2025, se encontró con una capilla totalmente destruida y a la que solo la ubica su torre, aún de pie, cada día más invadida de árboles, sobre todo falso pimentero o pirul así como huizache o aromo, como se les conoce en diversos lugares.
Para conocer un poco sobre este sitio, venido a menos, descuidado, habrá que anotar lo escrito por Pastor Rouaix, en su obra Diccionario Geográfico, Histórico y Biográfico del Estado de Durango, edición 1946, mencionando que Cacaria fue una Hacienda del municipio de Canatlán con 65 pobladores, en el llano de su nombre, de acuerdo a lo escrito
Fue una de las propiedades rústicas más extensas en tiempos pasados, pues sus terrenos abarcaban la mitad de la llanura y toda la sierra de Cacaria, escribió.

Entre las diversas historias de esta citada hacienda está aquella que la marca como sitio en el cual el sacerdote José Antonio Laureano López Zubiría y Escalante, vigésimo tercer Obispo de Durango, se escondía del gobierno, en los años en que se promulgaron las Leyes de Reforma.

Nacido en Arizpe, Sonora, el 4 de julio de 1791, Pastor Rouaix escribió que:
“…Tocó al Sr Zubiría y Escalante la época de la transformación política del país, sosteniendo el obispo la inmunidad del clero y la supremacía de la Iglesia, lo que le valió persecuciones y destierros; el primero, decretado por el Gobernador don Basilio Mendarózqueta, en 1844, refugiándose en Nieves, Zacatecas y el segundo destierro, que lo hizo famoso, fue motivado por sus prédicas y oposición, a las Leyes de Reforma, cuando tuvo que abandonar Durango y se refugió en la Hacienda de Cacaria, propiedad de personas de su familia, en donde se ocultaba en una cueva de la sierra, cuando temía que se le pudiera aprehender, la que todavía lleva el nombre de la Cueva del Obispo.
En ella falleció el 27 de noviembre de 1863, siendo trasladados después sus restos a las criptas de la Catedral de Durango”.

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