En el valle de Cacaria
Hace 408 años tuvo lugar la sublevación tepehuana contra los conquistadores españoles.
MARCO A. RODRÍGUEZ RUIZ
El mes de noviembre marca diversas celebraciones históricas en la región, entre ellas en Canatlán, donde cada día 13 hay el festejo oficial de la fundación de la hoy ciudad; sin embargo, poco se menciona sobre acciones de los pueblos nativos realizadas en el citado mes, como la sublevación O’ Dam, etnia que los españoles llamaron tepehuanos.
Hace 408 años, el mes de noviembre del año 1616, se desarrolló en el llano de Cacaria, ubicado en su mayor parte en el actual municipio de Canatlán, la batalla entre nativos y españoles, en lo que se conoce como la sublevación Tepehuana, iniciada en el municipio de Guanaceví, con el propósito de defender sus tierras y costumbres en contra del gobierno colonial español.
Así lo marca el Calendario Duranguense, elaborado por Olga Arias, Gerardo Llarraza Cangas y Luis Sergio Soto Jiménez, editado el 25 de agosto del año 1994, un hecho que de manera muy amplia detallan historiadores de la talla de Atanasio G. Saravia y destacados personajes como el Ingeniero Pastor Rouaix.
El jefe principal asistido de sus cuatro capitanes era nada menos que el famoso Francisco Gogojito, de los jefes más temibles de los Tepehuanes sublevados, escribió Atanasio en su obra Apuntes para la historia de la Nueva Vizcaya, editaba por la Universidad Nacional Autónoma de México.
Por su parte, Pastor Rouaix en su obra Diccionario Geográfico, Histórico y Biográfico del Estado de Durango, editada el año de 1946, anotó que la insurrección más terrible de los aborígenes durangueños ocurrió en 1616, cuando todas las tribus de Tepehuanes, Acaxees y Xiximes se lanzaron contra los dominadores, arrasando pueblos, destruyendo misiones y asesinando sacerdotes, colonos en toda la región de Guanaceví, Tepehuanes y Santiago Papasquiaro.
Al avanzar sobre Durango fueron detenidos en el llano de Cacaria por soldados, vecinos y colonos, derrotando a los indios y salvando a la colonia de su destrucción y ruina.
En esta misma obra, Pastor describe el llano de Cacaria como una de las grandes llanuras de la altiplanicie durangueña que corresponde al valle fluvial del Río La Sauceda, afluente del río Tunal.
La llanura está limitada en el norte por un lomerío que la separa del Valle de Guatimapé; por el oriente limita con la sierra de La Silla y las lavas basálticas del malpaís que se extienden por el municipio de Pánuco de Coronado; por el sur, un sistema de lomeríos que la separa del valle de Durango y por el poniente, los contrafuertes de la Sierra de Cacaria.
La extensión de sus tierras planas es de aproximadamente 100 mil hectáreas y con una altura media sobre el nivel del mar de 1, 920 metros.
En lo que se refiere a los Tepehuanos, los describe como una tribu o nación indígena que fue la más numerosa y la que mayor extensión de territorio durangueño ocupaba en tiempos anteriores a la conquista
Se extendía por toda la vertiente oriental de la Sierra Madre en los actuales municipios de Guanaceví, Tepehuanes y Santiago Papasquiaro, Indé, El Oro, San Juan del Río, Canatlán, Durango y en la mayor parte de Pueblo Nuevo y El Mezquital.
Los centros de población estable de mediana importancia que encontraron los españoles a su llegada fueron los de Tepehuanes, Atotonilco, Canatlán, Ocotlán, Analco, Ubamari, Papatzquiaro, Tenerapa, Quibos, Cacaria, Bayacora, El Nayar, Taxicaringa, Teneraca y otros,
Los Tepehuanes eran una raza vigorosa, de costumbres morales, que tenían a la familia como base de la organización social, con gran respeto a los padres y parientes de más edad; eran monógamos y reconocían el derecho de la propiedad, que era hereditaria de padres a hijos. Vivían en chozas de madera y zacate.
En su religión no había sacrificios humanos, adoraban el sol, la luna, la estrella de la mañana y de la tarde, también rendían culto a diversos animales, como el águila y el venado.
Veneraban a héroes mitológicos como Sahuatoba, Ubamari y Dyada, cuyos hechos fabulosos se conservaban, algo confusos, en las tradiciones que recogieron los cronistas
Tenían un respeto supersticioso para el pequeño maguey del peyote, que consideraban sagrado, con virtudes sobrenaturales y solo lo ingerían en medio de grandes ceremonias.
En sus leyendas se recordaba a Ubamari, como gran caudillo que dio su nombre al pueblo más importante de la tribu, ubicado en el río Tepehuanes, en donde se fundó después Santa Catarina de Tepehuanes.
En la región noroeste de Durango, es en Tepehuanes donde se recuerda esta gran gesta independentista, un municipio que rinde honor a esta muy poco reconocida tribu nativa de estas tierras y la unidad deportiva de su cabecera municipal rinde honor a Ubamari, cuyas instalaciones lleva su nombre.
En lo que se refiere a uno de los líderes indígenas, fue Francisco Gogojito, quien sobrevivió a la batalla de 1616, a quien en el Diccionario Geográfico, Histórico y Biográfico del Estado de Durango, del Ingeniero Pastor Rouaix, lo cita como Francisco Gogoxita y lo describe como un “..Caudillo tepehuán, que al frente de un gran número de indígenas procedente del valle del Guadiana donde eran duramente batidos después de la gran sublevación de 1616, entro en Acaponeta el 25 de abril de 1617 asqueando y quemando las casas, la iglesia y convento, siendo abatido en ese Estado de la República.
En el municipio de Canatlán, una localidad rindió homenaje a ese gran líder nativo, poniendo su nombre, Gogojito, que actualmente se llama poblado Dolores Hidalgo, a dos Kilómetros de la localidad Donato Guerra.
Es en el municipio Tepehuanes en donde el gobierno local sí recuerda y tiene en su calendario de celebraciones y festividades esta acción, registrada en diversos estudios, ensayos y escritos elaborados en diversas Universidades de México, Chile y Europa, pero muy poco en municipios como Nuevo Ideal y Canatlán, donde se unica el Valle de Cacaria.