La central camionera de Canatlán…, que nunca funcionó.

La central camionera de Canatlán…, que nunca funcionó.
MARCO A. RODRÍGUEZ RUIZ
A principios de la década de los años 90´s del siglo pasado, se construyó en Canatlán, cabecera municipal un moderno edificio que se destinaría a central de autobuses, un proyecto emprendido por el empresario José de la Luz Elizondo, propietario de la empresa de autobuses El Ranchero, de gran fama y mejor recuerdo entre los habitantes de la región noroeste del Estado.

Esta obra cristalizó en un espacio de siete mil 500 metros cuadrados que el próspero empresario compró al propietario José Emiliano Vázquez y Arévalo, el popular Chemy, quien se quedó con la parte colindante del edificio y patio de maniobras, formando una ele invertida, en un espacio de 2, 500 metros cuadrados.
Para el año 1992 el edificio ya estaba completamente concluido, con los diversos espacios que tiene un edificio destinado a ser punto de entrada y salida de autobuses, que en este caso, se buscaba que no solo fueran los camiones que recorren desde la ciudad de Durango la región noroeste, sino también los camiones mixtos locales que llegan de las rancherías y poblados rurales.

En aquel entonces, se mencionaba que el gobierno municipal, que presidía José Antonio Medina Azcona gestionaba la pavimentación del espacio que comprendía del centro a dicho sitio, ubicado al norte de la ciudad, en lo que hoy es la colonia Los Perales, junto al canal y a un costado del ahora fraccionamiento Las Arboledas.
Se recuerda un edificio agradable, amplio, con su espacio de oficina, paquetería, espacios comerciales, sanitarios, alrededor de una amplia y bien iluminada sala de espera, con su entrada principal hacia la parte norte, donde estaría el patio de maniobras, sitio que contaba con su pozo y cisterna.

Cuando parecía que todo marchaba de la mejor manera y ciudad Canatlán tendría estación de autobuses de lujo, se tuvo la desavenencia entre el empresario del autotransporte y el vendedor Chemy, por el hecho de que el edificio prácticamente no tenía accesos, salvo por el de la entrada de los camiones; toda la parte externa, en su lado sur y poniente, se la había quedado el canatlense.
El Señor José de la Luz buscó comprarle también dicho espacio para poner a trabajar la central con todos los accesos y un mejor control y cuidado del edificio, a lo cual Chemy se negó y al final, el empresario, primero y a su muerte, la señora esposa, también ya fallecida, decidieron que el inmueble se quedará así.

La persona que construyó el edificio trabajó durante años como velador de dicho sitio, que sirvió para diversas actividades sociales, políticas y religiosas, como la ceremonia de inicio de gobierno 1998 – 2001, un evento estatal de Ultreya y varias acciones más.
Los años pasaron y el saqueo y vandalismo hicieron presencia en este sitio, que desafortunadamente se convirtió en nido de malvivientes y sitios para intoxicarse, siendo robado prácticamente todo lo robable, desde las puertas y marcos hasta las ventanas, molduras, conexiones e instalaciones eléctricas, estando vandalizadas todas sus paredes, internas y externas y lo que en su momento buscó ser un espacio muy acondicionado para llegada y salida de autobuses es actualmente un nido de malvivientes.
Como toda acción, hubo reacción de algún sector económico local que se manifestó en contra, por estar el edificio muy retirado, según se comentaba en aquel entonces, lo que parece ser un argumento que sigue presente en Canatlán para algunos sitios, como el gimnasio auditorio municipal.


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