Campos futboleros que ya no existen en Canatlán.
MARCO ANTONIO RODRÍGUEZ RUIZ
Primera parte
En el transcurso de los últimos 60 años, ciudad Canatlán se ha transformado en su desarrollo urbano, se ha modificado en muchos aspectos, incluyendo el referente a espacios dedicados al deporte más popular en la actualidad y desde hace poco menos de cien años, el futbol.
Uno de esos campos fue el que se ubicó durante mucho tiempo a un costado de la calle Ferrocarril, en el llamado llano del ferrocarril, entre las calles Alameda y Cinco de Mayo, donde actualmente está la colonia Once de Julio y abarca las cuadras de las calles Juan Manuel Flores, Francisco Gómez Palacio y Carlos Patoni.
En lo que toca a mí recorrido practicando el deporte de las patadas, ahí fue donde como parte del equipo representativo del colegio González y Valencia recibimos el trofeo de campeones del torneo infantil, el mes de abril del año 1971, de manos de don Javier Ruiz Herrera, presidente de la Liga Municipal de Futbol.
Fue en la misma ceremonia inaugural del tradicional torneo de Semana Santa y fue la Señorita Chayito Huerta Velázquez la madrina del equipo, que se integraba con Carlos Muñoz, Carlos Lares, Gerardo González, Jesús ´Martínez, Ramiro Chávez, Enrique Morales Venegas, Javier Velázquez, Víctor Luis Velázquez, Armando Quezada, Isabel Berumen, Jaime Díaz y su servidor, Marco Antonio Rodríguez Ruiz.
Fue también en ese mismo campo donde me tocó jugar con equipos como la Escuela Secundaria General Mariano Balleza y el Deportivo Demon red, del barrio El Saracho.
Jugando con este equipo, sufrí mi primer accidente futbolero, cuando al disputar una jugada contra Miguel Ángel Ortiz Parra, me pegó en mi pie de apoyo, cayendo de espalda al duro terreno, sufriendo conmoción cerebral. Al estar en estado de no recordar, fue el señor don Ángel Soto Huizar quien me hizo el favor de llevarme a casa.
Fui atendido por el Doctor Fernando Rodríguez del Campo y al día siguiente fui llevado a la ciudad de Durango, para que me tomaran radiografía. En ese entonces, año de 1974, cursaba el tercer grado de secundaria. A partir de entonces, casi nunca volví a cabecear en el juego, salvo contadas excepciones.
Frente al campo, por la calle Ferrocarril, vivían las familias Hernández y Terrones; en la esquina con Alameda había unas bodegas de la Conasupo, donde por lo general los jugadores nos metíamos a ponernos el uniforme deportivo.
En la esquina de Ferrocarril con calle Cinco de Mayo estaba la tienda de don Ramoncito Avitia, a donde acudíamos a comprarnos el refresco.
Tiempo después el campo fue regresado a su antiguo lugar, donde actualmente está el estadio Javier Ruiz Herrera, mientras que el campo futbolero fue habilitado por los beisbolistas, quienes empezaron a darle su arreglada, entre ellos don Manuel Luna y Rosendo García, pero desapareció cuando fue invadido el terreno del ferrocarril; los invasores no hicieron caso de respetar dicho espacio deportivo, naciendo así la colonia Once de Julio. Recordar es volver a vivir.