Aumentó el caudal del arroyo Mimbres, en Canatlán.
CANATLÁN, Dgo.- El caudal del arroyo Mimbres creció durante la madrugada y mañana de lunes, de acuerdo a lo que se observó en distintos puntos, como a la altura del fraccionamiento Soledad Álvarez y en el vado que se encuentra en el camino al poblado Ignacio Manuel Altamirano.
Ese afluente baja del norte de ciudad Canatlán, a la altura del ejido El Progreso, donde se ubica la presa El Baluarte y en su trazo recoge las aguas que bajan de cerros que se encuentran en esos más de 20 Kilómetros en su trazo hasta el mencionado vado.
A través de los años, Mimbres se ha convertido en tiempo de lluvias en un riesgo para zonas habitacionales del ejido La Cañada y sobre todo en la cabecera municipal, donde se encuentran en su ribera fraccionamientos como Las Arboledas, Soledad Álvarez, Jardines y Los Manzanos, así como las colonias Los Perales, H. Ayuntamiento y Mundo Engañoso.
De manera focalizada, el desbordamiento de las aguas del arroyo se daba por un canal que hace años se abrió entre Los Perales y Las Arboledas, con el propósito de que los escurrimientos de agua que bajan del cerro y se concentran en la llamada vía verde desfogaran en el arroyo.
Sin embargo, en tiempos de creciente el agua salía por dicho canal y se desbordaba por la avenida ferrocarril, para seguir por gravedad hacia el oriente, afectando a la colonia H. Ayuntamiento y terminar en el fraccionamiento Soledad Álvarez, que ante su deficiente salida de aguas se convierte prácticamente en una alberca, afectando de manera grave a sus habitantes y viviendas.
Un hecho excepcional se dio a inicios del mes de septiembre del año 2022, cuando la acumulación de agua en la presa El Baluarte y las lluvias intensas en las partes altas provocaron el desbordamiento desde antes de la cabecera municipal, afectando a familias de La Cañada y los núcleos habitacionales mencionados.
Por historia es el mes de septiembre cuando los riesgos por desbordamiento se acrecientan, ante el temor de los habitantes de esa parte de la zona noreste de la ciudad, que con las crecientes lluvias están con el “Jesús en la boca”, toda vez que hasta la fecha, ni la Comisión Nacional del Agua ni tampoco los organismos de prevención han sido suficientes para prevenir y preparar la llegada de las aguas turbias que salen del arroyo.