El Antiguo real de Tejamen se fundó posiblemente a mediados del siglo XVIII, cuando la minería tuvo un gran auge en la Nueva Vizcaya. La fecha exacta de su origen se perdió en el tiempo y la única referencia que se conoce es la fecha de 1812, que se grabó en el altar mayor del templo cuando éste se construyó, lo cual quiere decir, que el Santuario es anterior al altar y el pueblo muy anterior al templo, hechos todos que sucedieron todavía en la época colonial. El censo que se levantó en el año de 1778 por Velasco hace ya referencia a Tejamen.
Su ubicación al pie de la Sierra de la Magdalena junto al picacho, es prueba evidente de su condición de real de minas y el diseño amurallado de su construcción, así como la majestuosidad y algunas de sus casas ya en ruinas, hablan elocuentemente de su grandioso pasado.
Sus casas en su mayoría de adobe, anidan en sus rincones hermosas y múltiples leyendas que en muchos casos se refieren a su pasado histórico.
Se cuenta entre otras cosas que sea que hace muchos años, cuando el mineral tenía una modesta capilla, el sacristán de la misma encontró en la puerta una caja que contenía la imagen de un crucifijo sin cruz.
Se interpretó el hallazgo como una aparición y luego se buscó un carpintero para que hiciera una cruz, la cual resultó muy grande y hubo necesidad de hacer otra que quedó chica. Después de varios intentos se contrató a un experto carpintero del pueblo de Canatlán que también fracaso.
Al parecer el realizar una cruz para aquel crucifijo era imposible pero por obra de la casualidad dos jóvenes indígenas se encontraron en el monte un árbol con las ramas formadas un formando una cruz, tenía un nudo en la parte superior, otro en la interior y otro más en cada brazo. Se llevó la imagen al sitio donde estaba el árbol para medirlo y al advertir que las medidas coincidían, se cortó el árbol y la cruz quedó confeccionada de una sola pieza, hecho único en el mundo, ya que no se conoce otro igual en algún lugar de la tierra.
Al crucificó es muy milagroso, los lugareños le dicen “El señor de la Buena Muerte”, los que no son de lugar lo llaman “El Señor de Tejamen”.
La cruz hecha de una sola pieza existe como testimonio de un portento sobrenatural.
Sin embargo, el pueblo melancólico y triste agoniza lentamente, sus minas La Sacramento, Cerro Prieto, El Picacho, Guadalupe, La Purísima Santo Niño y otras dejaron de producir plata, unos dicen que fue por la vanidad y ambición de don tránsito Camargo que en un día 3 de mayo día de la Santa Cruz mandó hacer una cruz de plata y se encaprichó a llevarla adelante de la Cruz del Señor de Tejamen que era la que debería ir adelante de la procesión y que desde entonces, las vetas se convirtieron en bolsas de metal que el que al sacarle es lo que tenía la bolsa, se acabó la veta y al acabarse la mina se acabó el pueblo.
Sin embargo, los origina, los del lugar dicen que un día resurgirá Tejamen, en virtud a estar sentado en un banco de plata, ya que con frecuencia, miran correr una enorme bola de fuego que sale de la mesa y se pierden el rincón del pichacho, testimonio que el recorrido de la bola de fuego señale la rica veta de plata que aún existe sin explotar.
Sus casas todas son muy antiguas y sus erosiones paredes que amenazan con desplomarse, habían de épocas pasadas, de personajes que aparecen y desaparecen misteriosamente en sus calles, manifestación de que dejaron muchos tesoros escondidos.
En el siglo XIX tuvo un auge minero sorprendente, el cual le dio fama de riqueza en todas partes, lo que despertó la atención de Yamora, la última reina apache que con su ejército de indómitos apaches, asalto el mineral, incendio y robo la comunidad a su antojo y cuando estaba por consumar la hazaña, fue herida por las fuerzas de mineros que defendían el mineral y aunque huyó malherida, solamente alcanzó a llegar al arroyo de Bayacora cerca de la Campaña, donde murió y fue sepultada por sus súbditos y compañeros.
Tejamen el real de minas de otros tiempos ahora convertido en ejido, espera resurgir a su pasado glorioso, como lo hizo el Ave Fénix y resucitó de sus cenizas.
TOMADO DEL LIBRO RECORRIENDO NUEVO IDEAL. 2021 AUTOR MARCO ANTONIO RODRÍGUEZ RUIZ